Mundo Psi

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viernes, 31 de marzo de 2023

EL PROBLEMA DE LA SALUD MENTAL EN AMBITOS PUBLICOS Y PRIVADOS (UNA MIRADA PERSONAL)

 

Estimados amigos:

Es por todos conocido el problema de la salud mental tanto en ámbitos públicos como privados. La falta de una ley clara y eficiente en salud mental y la poca voluntad política de revisarla de manera correcta es, desde hace tiempo, un problema que afecta tanto a profesionales de la salud como a pacientes y efectores de medicinas prepagas, obras sociales, y también en la salud pública gratuita.

 Como este es un sitio de información y consulta para un público general, y soy autónomo, no estoy atado a intereses de ningún tipo excepto al interés público reñido solo a un compromiso personal con la salud mental de la población.

Ha sido mi experiencia durante algunos años en instituciones públicas, como desde dicho espacio se hace hincapié en discusiones bizantinas, que lejos de enriquecer el funcionamiento de los dispositivos de atención ambulatoria y de internación, promueven la reducción de gastos, la mirada política ideológica, en detrimento de la funcionalidad y disponibilidad de recursos para atender la constante, necesaria, e ineludible demanda pública en este sector de la salud.

 Los reclamos incluyen las dificultades para las internaciones y la falta de acceso a los tratamientos oportunos y de prevención de situaciones tan extremas como intentos de suicidio o crisis sin posibilidad de contención a tiempo. Y la pandemia, a la vez, aumentó el malestar psicológico en la población.

 https://www.lanacion.com.ar/sociedad/una-ley-inutil-por-que-no-mejoro-la-atencion-de-la-salud-mental-de-los-argentinos-nid04062022/

 

UNA MIRADA PERSONAL DEL PROBLEMA ACTUAL

¿Qué sucede con la Ley de Salud Mental?

Esta ley no sólo protege a las personas con padecimiento mental, sino que también están contemplados en su seno los individuos con usos problemáticos de drogas. La ley expresa que las personas con padecimiento mental deben ser atendidas y tratadas en hospitales comunes y no en instituciones psiquiátricas.

El problema de esta mirada desde la legislación es que, apostando a un sesgo discriminatorio no aplicable a este ámbito, no toma en cuenta que los padecimientos mentales deben, por lógica de sentido y por preparación, ser atendidas en centros de salud con disponibilidad de internación y ambulatorios, muchos de los cuales no cumplen eficientemente con su función, sino que además desperdician recursos disponibles como concurrentes y pasantes certificados que no producen gastos de ningún tipo, ya que sus servicios no son remunerados, a pesar de los años de dedicación en dichos centros, y que a la hora de disponer de su función como agentes de la salud mental, son desestimados, desvinculados o notoriamente reducidos, utilizando los pocos profesionales de planta, especialmente los más cercanos a jubilarse, utilizando como excusa, la reducción de gastos, la eficiencia de los dispositivos ambulatorios (mi experiencia fue precisamente en un centro ambulatorio de salud y soy testigo de esto) y miradas administrativas sesgadas por las políticas de turno. cabe aclarar que la eficiencia nunca fue alcanzada.

La intención política de desentenderse del flagelo de la salud mental, habiendo intentado desmontar hospitales psiquiátricos para generar espacios edilicios de comercialización o para otros fines que no son la salud mental y a internación de pacientes, es conocida por todos. Esto lejos de colores políticos particulares, ya que ha sido una constante en los diferentes gobiernos de turno. En algunos casos hasta existió la sugerencia de llevarse a casa un paciente y cobrar la manutención por parte del estado de dicho paciente. El público informado no me dejará mentir.

Es un problema de incapacidad política jurídica y educativa, que incluye una mirada sesgada y desinformada del verdadero problema de la salud mental y sus consecuencias en el ámbito público. Incapacidad política, jurídica y social  que conlleva problemas que incluso tienen ribetes en el ámbito judicial a la hora de la responsabilidad penal por ataques de paciente psiquiátricos (adictos, o personas con graves cuadros psicopatológicos, que deambulan en las calles atacando a publico y personal de seguridad, sin que pueda intervenirse, ya que la persona no esta en ejercicio de su facultades). Esas personas, lejos de miradas progresistas o populistas necesitan ayuda real y efectiva (que lejos están del brillante tratamiento de Foucault (1) (2). Un estado presente y eficaz en políticas y marcos jurídicos. Y aquí entra la necesidad de revisar y actualizar la Ley de salud mental actual, que es anacrónica inefectiva e incluso iatrogénica.

 ¿Qué cambios se dan con la nueva Ley de Salud Mental en Argentina?

 Modifica la concepción de la salud mental como un proceso multideterminado por componentes históricos, socio económicos, culturales, biológicos y psicológicos, y reinstala el modelo médico hegemónico de perspectiva biologicista que resultó insuficiente para un tratamiento integral de los padecimientos mentales.

.https://cales.com.ar/nueva-ley-de-salud-mental-26657/#:~:text=Esta%20ley%20no%20s%C3%B3lo%20protege,y%20no%20en%20instituciones%20psiqui%C3%A1tricas.

Sin embargo los nuevos modelos y nuevas miradas no incluyen la solución efectiva de los actuales problemas de la salud mental, como tampoco incluyen un tratamiento jurídico. El problema de la "responsabilidad" familiar o la ausencia de la misma como proceso legal de internación, posee un vacío legal y una absoluta falta de tratamiento crítico social sobre dicho problema.

Ineludible entonces la presencia del estado como gobierno, y su acción en el modo singular (léase Foucault), como método de tratar el tema y al mismo tiempo no vulnerar la subjetividad alienada del paciente.

¿DE QUE HABLAMOS CUANDO HABLAMOS DE SALUD MENTAL?

La salud mental es un estado de bienestar mental que permite a las personas hacer frente a los momentos de estrés de la vida, desarrollar todas sus habilidades, poder aprender y trabajar adecuadamente y contribuir a la mejora de su comunidad.

Foucault enfatiza que el hospital es el lugar de entrecruzamiento de dos grupos: el del enfermo que está en el lecho y el de los médicos (que se divide en profesores y alumnos). Toda clínica supone su enseñanza que a su vez supone la mirada y el cúmulo de la denominación.

Sabemos dese Lacan quela predominancia del discurso médico como discurso de poder del sujeto supuesto saber es ineludible y que, según Foucault, el análisis de las relaciones de poder, en su vinculación con el sujeto, debe situarse en un lugar que no sería “ni de violencia o de lucha, ni en uno de vínculos voluntarios, sino más bien en el área del modo singular, ni belicoso, ni jurídico, que es el gobierno”

Canguilhem y Foucault: distintas miradas pero ambas necesarias

Para ambos pensadores la norma se relaciona con la vida. Pero mientras Canguilhem se refiere a la norma, a la normatividad, como una capacidad del individuo para vincularse con el ambiente en que habita, Foucault la concibe como el modo de asegurar el ejercicio del poder sobre el individuo y la población. Este desplazamiento de una norma entendida en un sentido biológico (Canguilhem) a una norma en un sentido político (Foucault).

Ambas miradas necesarias, pero que deben aplicarse a un espacio por fuera de las "abstracciones", en todo caso al ineludible "gobierno" al decir de Foucault, siempre que en el proceso no se "¿sacrifique subjetividad en sujeto alienado?". Ahí interviene el gobierno, como factor ineludible de preservar la salud mental y el derecho del sujeto, que por su alienación depende de dispositivos que sustentan discurso y poder. Mal necesario e inevitable.

UNA MIRADA CRÍTICA DE LOS DISPOSITIVOS TERAPÉUTICOS Y LA CORRIENTE SUBYACENTE DE LOS MISMOS

 La teoría de Foucault analiza, como dijimos, los micropoderes que circulan en el orden social. Por ello, el pensador francés afirma que todo saber implica poder y todo poder, un saber específico. En otras palabras, todo discurso está atravesado por relaciones inherentes de poder.

Los discursos de poder son normativos, no necesariamente reflejan una mirada fenomenológica del problema de la locura. El discurso psiquiátrico y metapsicológico no es la excepción. Este discurso, y lejos está de mi intención desvalorizar la metapsicología (psicoanálisis), merece apropiarse de una nueva mirada, de poner en juego la aproximación fenomenológica a este nuevo escenario en el que campea la salud mental.

El problema no son los discursos de poder, en sí mismos, sino que atraviesa esos discursos de poder

Múltiples miradas y múltiples abordajes, incluidos los de la psicología conductual-cognitiva y la neurociencia, como  basada en la evidencia, deben ser tenidos en cuenta en las instituciones, sin predominio de los discursos de poder establecidos como única mirada al problema de la salud mental.

El paciente no esta solo "para ser medicado o no medicado". Está para ser escuchado en la expresión sintomática de su subjetividad, y, haciendo esto, comprender el papel de la interconsulta psiquiátrica con derivación psicológica, método aún resistido por algunos profesionales "médicos" de la salud mental (salvo excepciones por supuesto). Es increíble que hoy, habiendo DSM V CIE 10 e inventarios médicos neurocientíficos para medir puntuación de síntomas disociativos, entre otras escalas, y acercarse a un diagnóstico más aproximado a la realidad, se insista en el diagnóstico a ojo, con miradas anacrónicas y se confundan TLPs con Manías, Trastornos bipolares o unipolares sin tomar en cuenta la eficacia basada en la evidencia de los inventarios actuales diseñados en principio para un diagnóstico mas efectivo y destinados a medicar de manera más eficaz, como consecuencia de ello.  Abandonar el anacronismo, es un ejercicio difícil pero necesario.

En cuanto a las medicinas prepagas y obras sociales, el problema es también extremadamente arduo. Psiquiatras y psicólogos que no atienden, sesiones acotadísimas, listados especiales de psicoterapeutas que figuran por fuera de las cartillas, ineficiencia en el manejo de la información en el campo de la salud mental y sus efectores, parecen mostrar que las intervenciones psiquiátricas y psicológicas son como un "rancho aparte", un "barrio cerrado", o incluso "una villa de emergencia" destinada, en lo posible a la "exclusión". Este escenario privado, es incluso más desolador que el público, con con el agravante de la cuotas, los copagos y la ausencia de un servicio cada vez más oneroso e ineficaz. Todo eso con la ausencia de la mirada supuestamente ordenadora del Ministerio de Salud de la Nación.

 ¿Y QUE HACEMOS CON EL PACIENTE?

El paciente (alienado o no) no solo es presa de su propio discurso alienante, sino también del discurso alienador de poder que ejercen las instituciones "normatizadas". Discurso lleno de palabra vacía, (que no de palabra plena, tan necesaria), mientras camina por los pasillos hacia el supuesto sujeto saber, en el mejor de los casos, o en el peor, recibe un turno para atenderse en 6 meses (sentencia de muerte para pacientes depresivos por ejemplo o con trastorno de los impulsos).

Mientras en honor al respeto progresista y popular por la subjetividad y la crítica ideológica a la sujeción, los pacientes psiquiátricos duermen en las calles, sin medicación, sin atención, siendo un peligro para ellos mismos y para los demás. (Otro tema a tratar a futuro son los adictos, que necesitan otra mirada y otras formas eficaces de contención). Es así como el estado en su conjunto se desentiende de estos y tantos otros temas.

 


(1) Historia de la Locura en la Época Clásica.

(2) Vigilar y Castigar (es el modelo de prisión inefectiva, que nada tiene que ver con la internación y tratamiento de pacientes psiquiátricos).