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miércoles, 4 de mayo de 2022

REFLEXIONES PARA CUANDO LOS PIES NOS FALLAN

 

Una nota que recorto del interesantísimo trabajo de Jesús González Requena de la Universidad Complutense de Madrid (www.gonzalezrequena.com)

De hecho, la atmósfera de Shangri-la (la metáfora del paraíso perdido en la novela Horizontes Perdidos de James Hilton) y el modo en el que el personaje se desliza en ella está muy cerca del sentimiento oceánico como núcleo de la experiencia religiosa por el que otro célebre novelista de esa misma época de entreguerras, Romain Rolland, tan fascinado por el budismo como el propio James Hilton, preguntara a Sigmund Freud y al que este respondiera en el comienzo de El malestar en la cultura.

«Yo le envié mi opúsculo que trata a la religión como una ilusión, y él respondió que compartía en un todo mi juicio acerca de la religión, pero lamentaba que yo no hubiera apreciado la fuente genuina de la religiosidad. Es -me decía- un sentimiento particular, que a él mismo no suele abandonarlo nunca, que le ha sido confirmado por muchos otros y se cree autorizado a suponerlo en millones de seres humanos. Un sentimiento que preferiría llamar sensación de «eternidad»; un sentimiento como de algo sin límites, sin barreras, por así decir «oceánico» (...) un sentimiento de la atadura indisoluble, de la copertenencia con el todo del mundo exterior.»

[Sigmund Freud (1930) El malestar en la cultura]

 

En tiempos de guerra y rumores de guerra, cuando aúlla el lobo del hombre de Hobbs, recordemos que nunca estamos solos. Rescatemos lo mejor de nuestra naturaleza, aun cuando nada parece mejorar. En tiempos de ferocidades y soledades, de desconfianzas y desesperanza, la dulzura en los lazos marca diferencia. No estás solo, de ninguna manera, sino pregúntale a tu alma verdadera.

Intentemos poner luz en la oscuridad, mirar a los que están a nuestro lado, ahogar el egoísmo y el temor, creer, sin ninguna evidencia posible, que el amor, la fe y la responsabilidad pueden cambiar el mundo. Es lo que le debemos a nuestra alma para nosotros y para con el resto, ya que la vida sigue siendo una lección permanente a aprender.

El amor dice el salmista es poderoso como la muerte, pero nos revela que aún estamos vivos. No hay gesto más poderoso que la mano tendida al caído. Una demostración de amor a un desconocido puede cambiar su alma para siempre. No olvidemos a los que amamos, pero sobre todo a los que no amamos, ellos necesitan más de nuestro amor.

Si cada uno de nosotros se compromete primero con lo más elevado y eterno dentro nuestro y luego con el mundo en cada gesto, en cada pensamiento y en cada acción, el mal no tendrá poder alguno, porque de verdad no estamos nunca solos. Huestes de gracia nos acompañaran cada día de esta vida.

Usemos nuestro conocimiento, nuestra fe y nuestro amor para cambiar, aunque sea un poco este mundo en el que vivimos incluso cuando nada parezca tener sentido. La vida es una tarea, y la tarea, quizás, es crear sentido, para nosotros y a través de nosotros para el mundo.

 

Les dejo, sean religiosos o no, una hermosa y sencilla plegaria para reflexionar en los momentos de duda y zozobra.

 

Donde mis pies pueden Fallar

Tu voz me llama a las aguas

Donde mis pies pueden fallar

Y allí te encuentro en lo incierto

Caminaré sobre el mar.

 Tu gracia abunda en la tormenta

Tu mano Dios me guiará

Cuando hay temor en mi camino

Tú eres fiel y no cambiarás.

 Que tu espíritu me guíe sin fronteras

Más allá de las barreras

A dónde tú me llames

Tú me llevas más allá de lo soñado

Donde puedo estar confiado

Al estar en tu presencia.

A tu nombre clamaré

En ti mis ojos fijaré

Descansaré en tu poder

Pues tuyo soy

Hasta el final

  Where feet may fail

 


 

 

 

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